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Ya es mesecito nuevo, ya estamos en Agosto, lo que quiere decir que me queda menos tiempo para estudiar.
Eso no es bueno, porque todavía no he abierto un libro y debería hacerlo.
Más gracioso, a ver que pasa en Septiembre.
Ayer me pasó una cosa rara, me compré danones de éstos que se llaman griegos y juro que el sabor era muy similar, casi idéntico a los que yo comí en Grecia.
Lo que me indica a pensar varias cosas, una de ellas es que probablemente Aristóteles y Panatinaikos, camareros, se estaban descojonando de los turistas que pensábamos que el yogur lo acababan de hacer y la otra, ¿Danone habrá secuestrado a griegos para que hagan sus yogures?.
En fin, el otro trauma me lo llevé cuando compré té.
No me gusta el Nestea, así que probé con uno que había en el supermercado de marca "Happy", y que no se porque lo llaman así, precisamente happy no te pones cuando te lo tomas, entre otras cosas porque no sabe a té.
Aunque tampoco se a qué.
Es un sabor misterioso que debería investigar.
Será la bebida isotónica de Wondermaña.
Tengo miedo.
Hoy tampoco se que voy a hacer, igual me vicio con la Play, o igual voy a buscar a mis migos al trabajo.
Aunque tampoco soy tan buena persona.
Mejor seguiré haciendo el guión para el cómic, cosa aberrante que debería estar avanzado y no lo está.
Estoy de un vago subido que da pena.
Nota: Ésta soy yo en el teatro de Epidauro, ¿dónde?, en Epidauro, claro. Grecia. El teatro de mejor resonancia del mundo y de la antigüedad, cuentan los ancianillos, y los profesores de arte, que si se lanza una moneda en el centro del mismo, se puede escuchar el rebote en la parte más alta de las gradas.
Después de despachar a los franceses que había allí haciendo el mico, españoles y alemanes, que fuimos los que los despachamos lanzamos la moneda y, acojonante, se escuchó en lo alto de las gradas.
Si es que las cosas ya no se hacen como antes, jas, jas, jas.